Cada vez son más las personas que optan por seguir una alimentación alternativa para reducir el consumo de productos de origen animal, tanto por motivos éticos (defensa del bienestar animal), como medioambientales, por salud o incluso por religión. Estudios recientes vinculan la reducción en el consumo de carne con una mejora de las condiciones climáticas en nuestro planeta. En el Liceo Sorolla queremos contribuir a desarrollar una conciencia sostenible, al tiempo que tomamos acción y reducimos de forma directa el calentamiento global.
Cada día que elegimos no consumir carne (ni pescado), ahorramos 4,000 litros de agua y 20 kilos de cereal, prevenimos la deforestación de 30 m2 de bosque, evitamos la emisión de 9 kilos de CO2 y salva una vida animal.
Cada viernes, el colegio habrá contribuido a ahorrar 4,000,000 litros de agua, 20,000 kilos de cereal, prevendremos la deforestación de 30.000 m2 de bosque, evitaremos la emisión de 9.000 kilos de CO2 y salvaremos 1.000 vidas animales.
A final de este curso escolar, habremos ahorrado 80.000.000 litros de agua, 400.000 kilos de cereal, prevendremos la deforestación de 60 hectáreas de bosque (600.000 m2), evitaremos la emisión de 180 toneladas de CO2 (180.000 kilos) y salvaremos 20.000 vidas animales.
Es importante saber que no existe una sola dieta ‘saludable’ o ‘correcta’ y tanto una dieta omnívora, que incluya alimentos de origen animal, como una dieta vegetariana o vegana, pueden tener efectos perjudiciales para la salud si NO están bien planteadas. Según la ADA (American Dietetic Association) “las dietas vegetarianas y veganas planificadas de forma adecuada son saludables, nutricionalmente adecuadas y pueden proporcionar beneficios para la salud en la prevención y el tratamiento de ciertas enfermedades. Son apropiadas para todas las etapas de la vida, incluyendo embarazo, lactancia, infancia, niñez, adolescencia y vejez, así como para deportistas”.
Por ello, debemos perder el miedo a restringir carne, pescado, huevos, etc. de nuestra alimentación, aunque sí que es importante consultar con un profesional para que nos oriente y así asegurar un correcto estado de salud, al igual que con las dietas omnívoras. Según la encuesta ENIDE (Encuesta Nacional de Ingesta Dietética) del Ministerios de Sanidad, los españoles consumimos mucha menos verdura, fruta, legumbre, hortalizas y granos completos de lo recomendado, y por el contrario tenemos un consumo muy elevado de carnes y derivados.
Consumo de carne y efecto en la salud.
Debemos ser cautos con la ingesta excesiva de carne roja y sobre todo procesada pues según datos derivados de los 10 estudios científicos en los que se basa la OMS, el riesgo de cáncer colorrectal aumenta un 18% por cada 50 gramos de carne procesada consumida y un 17% por cada 100 gramos de carne roja que ingerimos. 50.000 muertes al año por cáncer son atribuibles a dietas ricas en carne roja (vacuno, cerdo, cordero o cabra), y 34.000 a dietas ricas en carnes procesadas (salchichas, jamones, carnes ahumadas, curadas, en salazón o con conservantes químicos). Así mismo, el consumo elevado de productos cárnicos se vinculan a un mayor IMC (índice de masa corporal), mayores tasas de enfermedades cardiovasculares, como diabetes tipo 2 e hipercolesterolemia.
Cabe destacar que no se conoce con exactitud qué componentes de la carne o de su preparación están relacionados con el cáncer colonrectal, pero sí se observa una relación entre el consumo de carnes roja y procesada con el desarrollo de esta enfermedad. Cierto es que las personas que siguen una dieta rica en carne suelen tener además un consumo menor de verduras, frutas, legumbres, etc. Y que hay más factores (ambientales, sedentarismo, genética) desencadenantes de la enfermedad. Por ello, no pretendemos sembrar ninguna alarma, pero sí concienciar de la importancia de los resultados científicos.
También debemos tener en cuenta la calidad de la carne, que viene por lo general marcada por el tipo de ganadería de la que procede el animal en cuestión. Debido a la alta demanda de carne, el sistema tradicional (ganadería extensiva) no es suficiente para abastecer nuestro consumo actual. En este sistema, los animales se crían en libertad y alimentados con pastos naturales, por lo que la necesidad de terreno y sobre todo tiempo es mayor.
Al seguir un ciclo más natural, este tipo de ganadería no tiene un impacto ambiental tan fuerte, incluso beneficia al propio ecosistema, además de ofrecer una carne de mayor calidad nutricional (antioxidantes, omega-3, ácido linoleico conjugado y luteína, ambos con efecto anticancerígeno) debido a la alimentación del animal y al movimiento al que se somete al estar en libertad.
En la ganadería intensiva, la que prima actualmente, se necesitan acelerar los procesos de cría, por lo que se les somete a ingestas de alimento muy elevadas, de mala calidad (piensos) y además se utiliza menos terreno por animal, por lo que apenas pueden moverse. Esto, además de tener un impacto medioambiental enorme (se convierte en una cadena industrial de producción que requiere un gran uso de combustibles fósiles) produce carne de peor calidad, no solo por su textura y sabor, sino también por el tipo de grasa que se forma y a la escasa presencia de nutrientes esenciales.
Teniendo en cuenta lo expuesto anteriormente, la AESAN (Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición) recomienda que se consuman de dos a cuatro raciones de carne a la semana de entre 100 y 125 gramos cada una. La agencia aconseja que sean de pollo o conejo, y no más de dos raciones de carne roja por semana.
Según datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, en 2020 consumimos 49,86 kilos de carne por persona al año, una cifra muy por encima de las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) que recomienda 21 kilos anuales. Esto equivale a unos 140 gramos diarios, cuando las recomendaciones científicas internacionales marcan unos 300 gramos y las estatales entre 300 y 375 gramos a la semana. El impacto de reducir el consumo de carne sobre la salud va a estar supeditado al alimento por el que se sustituye.
Un reciente estudio analizó como los beneficios asociados a una dieta basada en plantas se producían únicamente cuando es constituida por alimentos vegetales saludables (legumbres, cereales integrales, frutos secos, fruta). Por el contrario, cuando en dicho patrón dietético existía un mayor aporte de alimentos ultraprocesados de origen vegetal se observó un incremento significativo del riesgo de mortalidad y enfermedades cardiovasculares. Por tanto, sería beneficioso fomentar el consumo de alimentos de origen vegetal, eso sí, priorizando aquellos poco o no procesados y de mayor calidad nutricional.
El impacto medioambiental de la carne.
Además de por razones de salud, otra de las razones por las que muchos deciden reducir el consumo de proteína animal es el enorme impacto medioambiental de su producción. El sector agroalimentario, en su conjunto, es el responsable de hasta un 37% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero. La FAO (La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) estima que solo el sector ganadero emite entre 7,1 y 8,1 gigatoneladas de CO2 al año, lo que representa el 14,5% de todas las emisiones inducidas por el hombre. de las cuales el 41% provienen de la producción de carne, y el 29% de la producción de leche.
Además, la ganadería industrial está asociada a la deforestación, al elevado consumo de agua y su contaminación, la emisión de amoníaco, el uso de cultivos transgénicos y un largo, etc.
La FAO también estima que, cada año, 13.000 millones de hectáreas de superficie forestal se pierden a causa de su reconversión con finalidades de aprovechamiento agrícola en pastizales y tierras de cultivo que se destinan tanto a la producción de cultivos alimentarios como a la de cultivos forrajeros. La organización también calcula que el 33% de las tierras cultivables se destina a la producción de forraje para alimentar al ganado. Esto además está provocando la escasez de los recursos hídricos, ya que casi la décima parte de la utilización de agua por el hombre en el mundo se destina a este sector.
La carne bovina necesita por cada kilo un total de 15.415 litros de agua, mientras que la carne de oveja y cabra requiere 8.753 litros; la de cerdo, 5.988 y la de pollo, 4.325. Las legumbres usan solo una tercera parte del agua que necesita el ganado (4.055), seguida de los cereales (1.644), frutas (962) o verduras (322), según datos de Water Footprint Network.
Es cierto que no todos los alimentos de un mismo grupo tienen un impacto idéntico sobre la salud o el medioambiente-dependiendo del perfil nutricional, tipo de cultivo, condiciones ambientales y climáticas, etc. Aunque los alimentos de origen vegetal son por norma general más sostenibles, dicho efecto puede variar considerablemente en función de las características del alimento vegetal en cuestión. Un estudio mostró que existía una gran variabilidad en el impacto medioambiental de la dieta vegana, en algunos casos incluso similar al de la población omnívora, debido en parte al mayor consumo de alimentos ultraprocesados, que además de no ser saludables tampoco son sostenibles a nivel medioambiental. Por tanto, es importante tener en cuenta por qué productos estamos sustituyendo la carne y escogerlos correctamente.
No se trata de dejar de consumir, sino de reducir.
Se prevé que en 2050 la población mundial, que actualmente es de unos 7.200 millones de habitantes, habrá crecido hasta los 9.600 millones. Esto, junto con el crecimiento de los ingresos y de la clase media, supondrá una fuerte demanda de alimentos. Sin embargo, los recursos naturales necesarios no parecen estar preparados para la producción de dicha demanda. Es por tanto imprescindible transformar el sistema alimentario global y trabajar en estrategias para combatir el cambio climático.
Si bien es cierto que la mayoría de ellas deben ser a nivel colectivo y provenientes de todos los sectores, también a nivel individual podemos llevar a cabo múltiples acciones para aportar nuestro granito de arena en la lucha contra el calentamiento global.
Si tú también quieres contribuir a reducir estas emisiones, recuerda que como consumidores al comprar estamos manifestando qué productos queremos y cómo queremos que sea su producción. Por tanto, si reducimos la compra de alimentos de origen animal, disminuiremos la demanda y con ello la actividad a tan gran escala de este sector, contribuyendo así a disminuir también la contaminación y la destrucción de muchos ecosistemas. A cambio, para obtener una ingesta suficiente de proteínas y otros nutrientes esenciales, de manera más sostenible, podemos recurrir a la legumbre (garbanzos, lentejas, alubias, guisantes…) incluida la soja y sus derivados (tofu, soja texturizada, tempeh…), o a otros derivados vegetales como el seitán o el heura, además de semillas, frutos secos y granos completos para asegurar una alimentación saludable y nutricionalmente completa.
Desde el Colegio Liceo Sorolla queremos apoyar el desarrollo de un planeta sostenible y vamos a aportar nuestro granito de arena. A partir de enero 2022 todos los viernes en el menú escolar, habrá una opción plant based, sin presencia de proteína animal. Propondremos un menú con opciones vegetarianas y veganas. Además, iremos introduciendo platos sin carne durante la semana con el objetivo de reducir su consumo e ir concienciando a nuestro alumnado.
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